domingo, 16 de agosto de 2009

Alhambra-Cazorla

La Alhambra es ese lugar que da igual cuántas veces hayas estado, siempre deseas más, siempre descubres algo nuevo, siempre te vuelve a enamorar. Y marcharnos de esta ciudad sin hacerle una visita es casi motivo de excomunión. Así que la mañana la dedicaremos a verla, a apreciarla, a llevarnos un trocito de ella con nuestra arma de atrapar espíritus. Tendremos la ocasión de visitar los jardines del Generalife, y de nuevo comprobar el valor y el sentido filosófico que el agua tenía para los musulmanes en la edad media. Todavía se conservan por aquella zona algunas huertas y formas de vida más rurales, que pueden ser una buena excusa para conocer sus entrañas un poco más.

La mañana será agotadora, así que la comida ha de ser placentera y abundante. Y para ello, nada mejor que una de las bodegas más conocidas y con más solera de Granada, Castañeda. Entre tapas de cazón, pescado frito, tablas de embutidos y gazpacho pasaremos el mediodía hasta la hora de marchar a un nuevo destino.

Hay que salir pronto, ya que la siguiente visita nos llevará a la provincia de Jaén. Cazorla es uno de los pueblos con más encanto que he visto, y seguro que cuando lleguemos estaréis de acuerdo conmigo. Enclavado en la sierra y parque natural que lleva su nombre, nos permitirá ver otro paisaje, de olivares y carrascas, donde podremos ver un atardecer espléndido no muy lejos de la población.

Y ya, al anochecer, en la plaza de la Corredera, una de las más céntricas de Cazorla, cenaremos en La Montería embutidos cazorleños, sesos de cordero y otros manjares locales, antes de marchar al parador El Adelantado. Este se encuentra en un enclave apartado, en pleno parque natural; es un lugar especialmente tranquilo y bello. Un paseo nocturno antes de dormir abre los pulmones y nos permite mimetizarnos con el entorno.

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