jueves, 13 de agosto de 2009

Ver la piedra despertar desde el agua



A veces madrugar vale la pena. Un buen desayuno, un termo con té y una botella de agua en la mochila, y el coche te espera a la salida para la primera vista del Mulhacén. Desde lejos sigue pareciendo que está cerca, parece que vomita el sol, y se refleja en el pantano de Cubillas. Si somos silenciosos podremos ver desde la localización donde nos dejen los todoterrenos, un poco apartados de la civilización, algunos animales sal. Pero en todo caso, las vistas del amanecer a través del Mulhacén y el Veleta son espléndidas.
El Mulhacén toma su nombre del penúltimo rey nazarí (Muley Hacén), que se dice fue enterrado en el pico de esta montaña de casi 3.500m, el más alto de la Península Ibérica. El Veleta, de unos 3.400m de altitud, tiene una forma característica que le da nombre y una plasticidad que puede llegar a dar mucho juego a vuestra imaginación.

Después de un almuerzo en un restaurante cercano, continuaremos nuestro camino hasta la sierra de Huétor, donde podremos disfrutar de un parque natural de gran belleza natural, para compensar un poco el paisaje de repoblación que habremos observado en el pantano de Cubillas. Aquí encontraremos flora local de gran interés y la fauna si se quiere dejar ver. Pasearemos por la zona, que no tiene gran desnivel, y podremos disfrutar de increíbles vistas desde los miradores de fácil acceso que estratégicamente se han construido. Además hay un centro de recuperación de especies amenazadas, que nos brindará nuestra primera oportunidad para acercarnos a nuestra primera aproximación a la fauna y a su problemática en su convivencia con la modernidad.

Ya hacia las 4 de la tarde, con el cansancio evidente y patente en nuestras caras, volveremos a la ciudad para hacer una sesión de restitución física en los baños árabes de Hammam, cerca de plaza Nueva. Este es uno de los baños más conocidos, donde podremos disfrutar de un reconstituyente baño con agua caliente y fría, masaje, y para finalizar un zumo de naranja. Después de esto, una cena ligera en una concida casa de vinos, donde nos servirán los vinos locales y otros nacionales, acompañados de pescado frito y embutidos locales. Un paseo por el centro de la ciudad y hasta el hotel nos facilitará el concilio con Morfeo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario